jueves, 13 de junio de 2019

HELENA JUBANY

Clasificación: Crimen sin resolver
Características: Móvil desconocido
Número de víctimas: 1
Fecha del crimen: 2 de diciembre de 2001
Perfil de la víctima: Helena Jubany Lorente, de 27 años
Método del crimen: La joven fue arrojada al vacío desde la azotea de una terraza después de ser drogada con un cóctel de benzodiacepinas, cafeína y etanol, y de recibir numerosas quemaduras en varios puntos del cuerpo.
Lugar: Sabadell, Barcelona, España

Estado: El 12 de febrero de 2002, la Policía detuvo a Montserrat Careta y a Ana Echaguivel tras ser consideradas sospechosas del asesinato de Helena Jubany. Posteriormente, Montserrat se suicidó en la prisión barcelonesa de Wad-Ras y Ana fue puesta en libertad con cargos.
Joan Jubany: «Mientras esté presente en el recuerdo, Helena vivirá»
Núria Navarro – Elperiodico.com

2 de diciembre de 2010

El 1 de diciembre del 2001 esperaba a Helena para almorzar en Mataró, pero no se presentó. Era sábado, llamé a su casa y no hubo respuesta. Al día siguiente tampoco acudió a la cita de una amiga. Fui hasta el domicilio de mi hija, en Sabadell, abrí y no había nadie. Como ella trabajaba en la biblioteca de Sentmenat, esperé al lunes. Cuando telefoneé, me dijeron que faltaba desde el viernes. Entonces fui a la policía. Supimos que estaba muerta. Su cuerpo fue hallado en el patio de una antigua empresa. La habían arrojado desde una azotea la madrugada del 2 de diciembre.

Lo explica con infinita tristeza su padre, Joan Jubany (Mataró, 1945), traductor y profesor de lengua catalana jubilado. Tras un vía crucis policial y judicial, aún desconoce el porqué del crimen y los verdaderos culpables. Hoy, noveno aniversario de la muerte de su hija, entrega el Premi Helena Jubany de narración corta o cuentos para ser explicados en la sala de Can Palauet de Mataró. Es su forma de mantener viva su memoria.

-La muerte de un hijo es desgarradora. Su asesinato, inconcebible.

-No te lo esperas. Es una bofetada de la que no te recuperas nunca.

-¿Cómo era Helena?

-En aquel momento se la veía feliz. Tenía 27 años y un proyecto de vida muy claro en la cabeza. Iba enfocada al entorno del libro. En COU se había leído todos los libros de Montserrat Roig, que era su modelo. Quizá por eso estudió Periodismo -hizo prácticas en El Punt y la TV de Mataró-, trabajó en la librería Robafaves, se convirtió en una buena cuentacuentos y entró a trabajar en la biblioteca de Sentmenat.

-Era una chica sana.

-Sí. Le gustaba la naturaleza y se apuntó a la Unió Excursionista de Sabadell (UES).

-¿Entonces?

-Todo empezó el 17 de septiembre, cuando en su puerta le dejaron una horchata, una pasta y un anónimo que decía: «Helena. Sorpresa. Pasábamos por aquí y hemos dicho «a ver qué se explica la Helena». Te haremos una llamada. A comértelo todo».

-¿Probó algo de aquello?

-No. El 9 de octubre recibió otro anónimo junto a un zumo de melocotón: «Esperamos que te tomes esto con el mismo sentido del humor que nosotros; a la tercera te destaparemos el misterio. Seguro que te reirás un montón. Nos gustaría volver a coincidir en una excursión en la UES (…). Ah, buen provecho. No nos hagas un feo, ¿eh? A la tercera ya nos invitarás tú. No lo dudamos». Probó el zumo y empezó a marearse.

-¿Era el zumo?

-Lo envió a analizar y contenía Noctamid, un somnífero ansiolítico. El 30 de noviembre recibió una llamada de Montserrat Careta, maestra y compañera suya de la UES, para encontrarse a mediodía. Aparcó cerca del Centre Cívic de Sant Oleguer, fue a su casa y ya no salió viva.

-Esa maestra fue encerrada en Wad Ras, donde acabó suicidándose.

-Dejó una nota que decía: «No fui yo, porque para ser el asesino se tiene que ser el autor material». Deja entrever que sabe quiénes eran. Está claro que, para subir el cuerpo de Helena desde el piso a la azotea, no lo pudo hacer una sola persona. Los otros dos sospechosos quedaron en libertad por falta de pruebas.

-¿Un juego de rol macabro? ¿Celos?

-No tengo ni idea. Sigo sin saber por qué la mataron. Tanto la policía como la judicatura desistieron de investigar.

-Sin explicación y sin culpables, ¿cómo se puede elaborar el duelo?
-Cuando estás harto de estrellarte, de callar durante 81 días que no fue un suicidio, de ver que la policía abandona y de cambiar tres veces de juez, solo puedes hacer dos cosas: estrellarte definitivamente -en el 2002 sufrí un infarto- o proyectar la ilusión de Helena. Decidimos dejarlo correr…

-Difícil decisión.

-Prefiero recordarla a través de un acto que, simbólicamente, tire adelante su proyecto vital.

-Un premio literario.

-Sí. Creamos una asociación, cuyo logo es una antorcha con la firma de mi hija, que impulsa el premio de narración corta. Siento que así contribuyo a hacerla presente. Mientras esté presente en el recuerdo, Helena vivirá. Además, los títulos premiados engrosarán su maleta de libros.

-¿Maleta de libros?

-Los cuentacuentos tienen su personal selección de libros. Poco antes de morir, Helena me dijo muy contenta que había empezado a confeccionarla. Mire en esta caja: ¿Per què?, de Nikolai Popov; Com van néixer les sirenes, de Griselda Castro y Gustavo Roldán; Petita Massai, de Patricia Geis…

Una mujer encarcelada por un crimen se suicida tras declararse inocente
El País

9 de mayo de 2002

La reclusa Montserrat Careta Herrea, de 31 años, fue encontrada muerta ayer en la cárcel de mujeres de Wad-Ras, donde había ingresado acusada de la muerte de la bibliotecaria de Sentmenat Helena Jubany Lorente. La mujer, que fue hallada en un lavabo de la prisión, dejó una nota en la que asegura que es inocente del homicidio que se le atribuye y por el que fue detenida una segunda persona, Ana E. R., de 32 años, que también está ingresada en Wad-Ras.

Careta fue detenida el pasado 12 de febrero como presunta autora de la muerte de Helena Jubany, cuyo cadáver fue hallado en un solar situado en la calle de Güell i Ferrer de Sabadell, después de ser presuntamente arrojada desde la terraza de un edificio. El cuerpo de la víctima -desnudo, con quemaduras en diversos puntos del cuerpo y con la cabeza destrozada como consecuencia del impacto contra el suelo- fue localizado el 2 de diciembre a instancias de un vecino de la calle de Calvet d’Estrella. Al día siguiente, el padre de la víctima denunció la desaparición de su hija, de la que no tenía noticia desde el 30 de noviembre, lo que permitió a la policía identificar el cadáver de Jubany. Las primeras pesquisas de la policía apuntaban a que la víctima cayó desde la terraza comunitaria de un inmueble -aunque sus ropas fueron encontradas en otra terraza de uno de los bloques de la calle de Calvet d’Estrella- y a que las quemaduras fueron causadas supuestamente antes de ser arrojada.

Cerco policial
El interrogatorio de los familiares de la víctima, de su entorno laboral, de sus amistades y de los vecinos del inmueble frente al que fue hallada, permitió a la policía comprobar que «existía una persona que guardaba una íntima relación entre el lugar donde fue encontrado el cadáver y la propia Helena Jubany Lorente».

Careta tenía su domicilio en el inmueble desde cuya terraza Helena Jubany fue presuntamente arrojada al solar. El pasado 21 de marzo la policía detuvo a una segunda persona relacionada con la muerte de Jubany: Ana E. R.

Un juego de rol, posible móvil del homicidio de una mujer en Sabadell
Judith Vives – El País

4 de octubre de 2002

Helena Jubany, la mujer de 27 años de Mataró (Barcelona) que fue hallada muerta en el patio de un piso en Sabadell en diciembre de 2001, podría haber sido víctima de algún tipo de juego de riesgo o de rol llevado a extremos homicidas. Ésta es la opinión del abogado de los padres y hermanos de la fallecida, que ayer hicieron públicos detalles de la investigación después de que el juez que instruye el caso levantara el secreto del sumario. Hasta ahora se ha imputado a tres personas. Una de ellas apareció ahorcada en la prisión de Wad Ras.

La muerte de Helena Jubany causó un fuerte impacto en la capital del Maresme, donde era bastante conocida en ambientes culturales. Las misteriosas causas que rodearon su muerte -fue hallada desnuda y con quemaduras por todo el cuerpo- hicieron pensar desde el principio que tras el asesinato podría encontrarse algún tipo de rito macabro. El abogado de la familia Jubany, Pep Manté, aventuró la hipótesis del juego de rol y explicó que Helena fue, con toda probabilidad, elegida por los presuntos asesinos para representar, de forma inconsciente, un papel de víctima de una serie de bromas y amenazas llevadas demasiado lejos.

Hasta el momento se ha imputado a tres personas en este caso: Muntsa Careta, que en mayo de este año fue hallada ahorcada en los lavabos de la prisión de Wad Ras, donde se encontraba recluida; Ana Echaguivel y el compañero sentimental de Careta, Santi Laiglesia. Careta, que fue detenida el 12 de febrero pasado, compartía con Laiglesia un piso en el mismo bloque donde fue encontrada muerta Helena Jubany.

En dicha vivienda se encontraron también dos botes de Noctamid, un fármaco que contiene Benzodiapezina, la misma substancia que fue encontrada en el cuerpo de la víctima. El 23 de marzo se detuvo a la segunda imputada, Ana Echaguivel, después de que una prueba de caligrafía demostrase que era la autora de uno de los anónimos que Jubany había recibido las semanas previas a su muerte. Echaguivel fue, posteriormente, puesta en libertad con cargos.

El representante legal de la familia sostiene que en ningún caso la joven sospechó que formaba parte del juego macabro que desembocaría en su muerte. «Helena no sospechaba ni sabía nada. Había comentado que recibía anónimos pero no estaba asustada, sólo intrigada y con curiosidad», ha explicado Manté.

La investigación del caso sigue abierta, ya que todavía faltan por determinar los hechos ocurridos entre las 12.00 del 30 de noviembre y las nueve de la mañana del 2 de diciembre, cuando fue hallado el cadáver. El abogado de la familia no descarta que aparezcan más implicados en este caso.

El asesinato de Helena Jubany
Datos extraídos del libro «Crímenes sin resolver» (Ariel, 2014) de Vicente Garrido y Patricia López, del reportaje televisivo «Expediente abierto» (Antena 3) y de una noticia del diario «El País» del 4 de octubre de 2002.

La desaparición
El jueves 29 de noviembre de 2001, Helena realiza su jornada laboral con normalidad. Al salir, se dirige a una sesión de cuentacuentos que se estaba celebrando en el Centro Cívico de Sant Oleguer, en la calle Sol i Padrís de Sabadell, donde se encuentra y habla con Marta, yéndose a pie por la calle indicada en dirección a Gran Vía, sobre las 22.45 horas.

Ese mismo jueves por la noche, Helena llama por teléfono a su amiga Isabel, con quien hace planes para quedar el sábado por la tarde, y realiza una conexión a Internet desde su ordenador, desde las 23.46 hasta las 00.18 horas. Presumiblemente duerme sola, en su domicilio, como así lo indica la forma en que fue encontrada su cama.

El viernes 30 también utiliza su ordenador, desde las 09.55 a las 10.18 horas. Después habla por teléfono con su amigo Javier (no confundir con Xavi, de la Unión de Excursionistas de Sabadell), a las 11.03 horas, y realiza una llamada de un segundo de duración a un matrimonio de Sant Feliu, a las 11.28 horas.

La hora de la desaparición se fija entre las 11.30 y las 15.00 horas, cuando Helena tenía que entrar a trabajar en la Biblioteca Pública de Sentmenat.

Debido a esta ausencia en el trabajo, Nuria Ribas, la directora de la biblioteca, la llama a casa por si se hubiera encontrado mal, pero nadie contesta al teléfono.

Al día siguiente, sábado, el padre de Helena llama a la biblioteca para preguntar por su hija, ya que ambos habían quedado para comer en Mataró. Se daba la circunstancia de que, ese día, a Helena le tocaba librar en el trabajo, por lo que la ausencia no resulta, en un principio, preocupante. Sin embargo, cuando vuelve a llamar el lunes para decir que sigue sin dar con ella, se empieza a preocupar.

Así, a las 20.30 del lunes 3 de diciembre, Joan Jubany cruza el umbral de la comisaría de Sabadell para poner la denuncia por la desaparición de su hija.

El hallazgo
A las 04.45 horas del 2 de diciembre de 2001, Alfredo, un vecino de la calle Calvet d’Estrella de Sabadell se despierta asustado al oír un fuerte ruido. No le da mayor importancia y vuelve a conciliar el sueño.

Por la mañana, esta misma persona abre las ventanas del balcón del comedor, se asoma a tomar el aire y ve en el solar de la finca a una mujer desnuda tendida en el suelo. La identidad de la joven se conocerá tras la denuncia efectuada por Joan Jubany el día siguiente. Se trata de Helena Jubany Lorente, de 27 años.

La ropa de Helena aparece perfectamente doblada en la azotea del edificio 50-52 de la calle Calvet d’Estrella. Sin embargo, en la barandilla de la azotea del número 48, la Policía encuentra restos de cabello de la joven, así como unas cerillas a medio usar.

El cuerpo de Helena no presenta signos de forcejeo, defensa o de posible intervención de terceras personas. De ahí, que la primera hipótesis policial sea la del suicidio. Al parecer, la joven había acabado con su vida arrojándose desde la azotea del número 48 de la calle Calvet d’Estrella.

Toxicología
Aparentemente, los homicidas crearon una escena amañada para hacer creer a la Policía que la víctima se había suicidado. Durante un breve periodo de tiempo ésa fue la hipótesis de la Policía. Sin embargo, todo cambió tras la llegada de los resultados del análisis toxicológico, el 10 de diciembre de 2001.

Según el informe del Instituto Nacional de Toxicología, la víctima había ingerido un cóctel de benzodiacepinas (Lormetazepam, Alprazolam, Midazolam), cafeína y etanol. Todos los fármacos eran sedantes. Los compuestos activos se encontraban en medicamentos como el Trankimazin, Dormicum, Loramet, Noctamid y Aldosomnil.

Con esta cantidad ingerida, treinta y cinco veces superior a la terapéutica, los forenses aseguraban: «La existencia de esta dosis en el momento de la muerte implica que la fallecida debía necesariamente estar en un estado de sueño o coma, por lo que es imposible que realizase el desplazamiento por su pie hasta la terraza que se determinó como origen de la precipitación y realizase el salto.»

Las quemaduras
La autopsia también desvela tres grupos de quemaduras. Éstas se habían hecho con la ropa interior puesta, ya que en la espalda y la zona genital podía apreciarse la silueta de las prendas íntimas.
«Quemaduras ubicadas a nivel de cráneo, tórax y pelvis. A nivel de cráneo se aprecia la existencia de una extensa quemadura en cuero cabelludo que ha discurrido por la base del mismo, habiéndose desprendido los mechones de pelo quemados desde su base, los cuales se corresponden a los mechones encontrados dispersos en la terraza del edificio y en alguno de los balcones de la fachada posterior del mismo. La zona de pelo que no se ha quemado se caracteriza por estar impregnada de sangre, lo cual implica posiblemente que la citada impregnación paró la deflagración y ello significa que la quemadura, al menos craneal se produjo de manera simultánea o inmediatamente anterior a la caída al vacío.

»El segundo grupo de quemaduras son las ubicadas en tórax, las cuales reproducen la forma de un sujetador, relativamente leves a nivel de la cara anterior y más intensas a nivel de los laterales y posterior, desde el costado hasta la escápula de forma bilateral. En la región inferior de la mama izquierda la quemadura, presenta en una superficie de unos 2 cm de diámetro una placa blanca quemada que podría corresponderse con quemadura eléctrica por lo que se toma muestra para su remisión a análisis. El resultado del exámen microscópico, remitido por fax a este Juzgado en fecha de enero de 2002, no es concluyente, describiéndose lesiones térmicas que entendemos como compatibles con lesión eléctrica pero que no excluyen un origen puramente térmico.

»El tercer grupo de quemaduras se presenta en la pelvis, reproduciendo la forma de las bragas. Las quemaduras más intensas se encuentran en la parte inferior de las nalgas, periné y alrededor del orificio anal, el cual presenta dilatación pero no apreciamos lesiones, sino que la citada dilatación es por efecto de la tracción cutánea de la piel quemada […]. Los genitales externos presentan igualmente quemaduras a nivel de los labios mayores, pero no se aprecian lesiones de carácter mecánico-traumático.»

El modus operandi
Según explica el investigador Javier Durán, debido a que las escaleras de acceso a la azotea son estrechas y muy empinadas, o bien una persona muy fuerte, o entre varios, subieron el cuerpo de Helena. Ya en la azotea, pusieron el cuerpo en el suelo y trataron de enmascarar la identidad del mismo quemándolo.

Las ropas de Helena aparecieron perfectamente dobladas en la azotea del edificio contiguo. Las dos terrazas están separadas por un muro fácilmente franqueable.

Javier Durán explica que existe la posibilidad de que los asesinos trataran en un primer momento de lanzar el cuerpo de Helena por la terraza en la que apareció la ropa. La hipótesis planteada por el investigador sugiere que, antes de que los criminales pudieran llevar a cabo la acción desde este lugar, sucedió algo inesperado.

Durán señala que en el sumario aparecen las declaraciones de unos vecinos que afirmaron haber oído un fuerte ruido a altas horas de la noche del 2 de diciembre, y que este ruido coincidió, al poco tiempo, con la llegada de su hija al domicilio. De esta manera, los investigadores creen que la llegada de esta vecina pudo precipitar los acontecimientos.

El psicólogo y criminólogo Vicente Garrido considera que «existe un elemento femenino en la escena del crimen». La ropa doblada y el uso de las drogas es una muestra de ello, ya que «las mujeres clásicamente utilizan drogas o venenos a la hora de cometer sus delitos». Sin embargo, «ese elemento femenino contrasta de una forma muy fuerte con la propia acción criminal final». Que Helena Jubany fuera arrojada al vacío, evidencia un «acto masculino».

Los anónimos
Joan Jubany entrega a la Policía dos mensajes anónimos que su hija había recibido antes de su muerte. Estos mensajes fueron entregados al padre de Helena por un amigo de ésta. Según comentó, la joven se los había dado para que intentara hacer un estudio caligráfico de los mismos.
En septiembre de 2001, Helena recibió una carta acompañada de una horchata y unos croissants que no llegó a tomar. El mensaje decía: «Hemos pasado por aquí, esperamos que te guste y que te lo comas todo. Ya nos veremos. Hasta pronto.»

En el siguiente, enviado el 9 de octubre, los misteriosos remitentes reiteraban: «A ver si te lo comes todo, pórtate bien, no nos hagas un feo, es seguro que te vas a reír mucho. A la tercera ya nos invitarás tú. A ver si nos vemos otra vez en alguna excursión de la UES. Hasta pronto». El mensaje iba acompañado de un bote de zumo de melocotón y unas pastas.

Tras este segundo envío, Helena, posiblemente creyendo que se trataba de un juego inofensivo, bebe del bote de zumo. Durante su jornada laboral en la Biblioteca Pública de Sentmenat comienza a marearse, por lo que llama a un amigo que vive con su pareja en Sant Feliu para que vaya a buscarla.

 Helena, al llegar a esta casa, cae en un profundo sueño.
La joven decide encargar el análisis del contenido del zumo a un doctor de Barcelona. El resultado revela que la bebida contenía benzodiacepinas, principio activo de muchos somníferos, que explicaban por qué se había mareado y sumido en un profundo sueño.

Una amiga de Helena, Isabel, comentó que la víctima sospechaba de una persona de la UES, Xavi, porque «iba detrás de ella», se había vuelto muy «pesado» y Helena lo había mandado a «paseo». Una vez salieron a cenar con Xavi y otro excursionista, Jaume, y Helena pidió una horchata. Como el primer paquete anónimo incluía esa bebida, pensó que podía ser él «el bromista».
La pista de la Unión de Excursionistas de Sabadell (UES)
Isabel, la amiga de Helena, también proporciona a la Policía un listado con los integrantes de la UES y un nombre les llama la atención: Montserrat Careta.
Montserrat vivía en el número 48 de la calle Calvet d’Estrella, el lugar donde había sido hallado el cuerpo de Helena.

Isabel cuenta a la Policía que Montserrat y Helena tenían muy buena relación, aunque se limitaba al centro excursionista.

Montserrat tenía una relación sentimental con Santiago Laiglesia, integrante de la UES. Según la declaración de los vecinos, vivían juntos en el número 48 de la calle Calvet d’Estrella.
Según Isabel, la única persona con la que Helena había tenido un problema era con Ana Echaguivel, también integrante de la UES. Más o menos en julio de 2001, se produjo una fuerte discusión y Helena rompió con ella de una forma «traumática». Al parecer, Ana controlaba a Helena, la llegaba a telefonear 15 veces al día, y su amiga se había cansado y cortado en seco la relación.

Montserrat Careta
Ante la Policía, Montserrat intenta desvincularse desde un principio de Helena. Dice que la conocía, ya que las dos pertenecían a la Sección Natura de la Unión de Excursionistas de Sabadell, pero, según ella, nunca habían quedado para hacer nada fuera de ese ámbito.

Manifiesta que la última vez que supo algo de ella fue el jueves 29 de noviembre, alrededor de las 19.00 horas, cuando llamó a Helena por teléfono a la biblioteca contestando a un mensaje que ésta le había dejado en el contestador de su domicilio el miércoles, día 28. En la conversación, la fallecida le preguntó si residía cerca del Centro Cívico Sant Oleguer, donde ella iba a ir a una sesión de cuentacuentos. Monserrat le contestó que sí, que en la calle Calvet d’Estrella, pero afirma a los policías que no llegó a decirle el número del portal. Al parecer, Helena le propuso que la acompañara, pero ella no podía porque había quedado con su novio.

El jueves 29 de noviembre se reciben en el domicilio de Helena dos llamadas telefónicas procedentes del teléfono del colegio La Roureda, lugar donde Montserrat ejercía su profesión como maestra. La Policía no pudo constatar que existiera otra persona en ese lugar que conociera o tuviera algún tipo de relación con la fallecida.

En su declaración policial, Montserrat recuerda que el 30 de noviembre de 2001 fue a ver un partido de fútbol del Sabadell, en el Estadio de la Nova Creu Alta, quedando con Santiago a las 19.00 horas. Que después, como salieron tarde, se quedaron a dormir en casa de Santiago, que vivía con sus padres, ya que por la mañana (sábado) tenían que salir muy temprano para ir a una excursión de la UES.
Preguntada si fue a trabajar el viernes, 30 de noviembre, al colegio La Roureda, comienza a dudar; sabe que había faltado un viernes a clase, pero no recuerda si fue el viernes, día 23, o el 30 de noviembre.

Montserrat señala que el día de la excursión, 1 de diciembre, Santiago y ella salieron sobre las 08.00 de la mañana y regresaron sobre las 21.00 horas. Estaban muy cansados y se fue sola a su domicilio. No tuvo noticias de Helena ni tampoco sospechaba que estuviera por la zona de su vivienda.
La Policía pide al Juzgado de Instrucción número 3 de Sabadell que solicite al director del colegio La Roureda la confirmación de cuándo faltó al trabajo su empleada. Posteriormente, Montserrat se pone en contacto con los agentes para confirmarles que había sido el día 30, y que se había dado cuenta cuando su jefe le pidió que rellenara el parte de inasistencia.

Los investigadores se entrevistan con varios empleados del colegio La Roureda. El director les confirma que Montserrat había ido a trabajar por la mañana del día 30 de noviembre, pero no por la tarde. Por su parte, el jefe de estudios afirma que la profesora lo había llamado entre las 14.30 y las 15.00 horas de ese día para decirle que se había tenido que ir a Manresa, por problemas familiares, por lo que no podría acudir a trabajar. Posteriormente, cuando el director del centro preguntó a Montserrat por esa tarde, ésta le contestó que había mentido al jefe de estudios; que en realidad se encontraba mal porque le había venido la menstruación y se había quedado en casa.

Santiago Laiglesia
Al igual que Montserrat, Santiago reitera que tenían poca relación con la fallecida. Recuerda perfectamente que, al salir de su despacho de abogado el viernes, 30 de noviembre, sobre las 19.00 horas, va a casa de su novia a preparar unos bocadillos para la excursión del día siguiente.
Asegura que por la noche se marchó a su domicilio a dormir y a la mañana siguiente, sobre las 06.45, fue con su vehículo a recoger a Montserrat a su casa, para posteriormente dirigirse a la Plaza Marcet de Sabadell, donde habían quedado con el resto de los excursionistas.

Posteriormente, Santiago se vuelve a poner en contacto con los agentes para informarles de que, en realidad, cuando salieron del estudio, aproximadamente sobre las 21.00 horas del 30 de noviembre, se dirigieron a casa de Montserrat, donde recogieron los efectos que necesitaban para la excursión, dirigiéndose después a casa del dicente, donde pasaron la noche.

Ana Echaguivel
En su declaración, Ana señala que la última vez que estuvo con Helena había sido en julio en una sesión de lectura de cuentos. Afirma que a partir de ese momento dejaron de hablarse, «posiblemente por algún pequeño pique sin importancia.»
En su declaración, Ana no hace mención a las 15 llamadas diarias; dato facilitado por Isabel, la amiga de Helena.

El análisis de los anónimos
Los anónimos recibidos fueron diseccionados por los peritos de la Policía. Estos analizaron la escritura de las cartas y la cotejaron con la de las fichas de los jóvenes excursionistas, amigos de Helena.

Los peritos Jordi Prat y Pilar Guerra aseguraron que el segundo anónimo había sido confeccionado por «dos personas» utilizando «utensilios distintos», de manera que una escribió la parte central del mencionado anónimo, cuya escritura se correspondía con la del primer mensaje, y después «otra persona con otro útil» escribió en la parte superior e inferior del mismo.
Los peritos identificaron a la persona que había añadido texto a este segundo anónimo como una de las sospechosas, Ana Echaguivel, y a la persona que había escrito el resto y el primero como Montserrat Careta.

Las detenciones
El 12 de febrero de 2002, los agentes de la Policía Nacional detienen a Montserrat a las 13.40 horas mientras camina por la calle Calvet d’Estrella. Ese mismo día, a las 17.40, los policías también arrestan a Ana en el rellano de su casa.
En el domicilio de Montserrat se recogen una caja de Noctamid vacía y otra entera. Una tenía el código de barras y el precio, que habitualmente se elimina en las farmacias al comprarla con una receta de la Seguridad Social. Es decir, ese medicamento se había conseguido por otra vía que no era la prescripción facultativa de su médico de la sanidad pública.

La Policía también encuentra cajas de cerillas vacías o con pocos fósforos y agendas y hojas escritas por Montserrat, similares a los anónimos, que servirían para un nuevo análisis caligráfico.
Tras las detenciones de Montserrat y Ana se descubre algo más: el novio de Montserrat también tenía acceso al Noctamid porque su madre lo utilizaba.
Santiago Laiglesia llegó a estar imputado, pero no entró en la cárcel. El juez no vio indicios suficientes para llevarle a juicio.

Montserrat estuvo tres meses interna en el centro penitenciario de Wad-Ras (Barcelona), antes de poner fin a su vida. La maestra eligió para suicidarse el mismo día que años atrás se quitó la vida su hermano.

Posteriormente, Ana Echaguivel fue puesta en libertad con cargos.
Otros datos
El vehículo de Helena apareció aparcado muy cerca del edificio donde se encontró su cuerpo, el 2 de diciembre de 2001.
Los investigadores creen que la joven se marchó voluntariamente de su domicilio, ya que no se encontró ninguna pista en este lugar que hiciera pensar lo contrario.
Helena Jubany estuvo 48 horas retenida. Lo que ocurrió durante la mayor parte de ese tiempo es un auténtico enigma.
CASO PENDIENTE

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